La maldición de Babilonia
Cuando llevas un tiempo considerable en este planeta ya has aprendido que la vida sigue sus propios planes, por mucho que te pese. Por si esto fuera poco, a veces disfruta demostrándonos que, por retorcidos que seamos, ella puede serlo más.
Lo que voy a contarte es un claro ejemplo de ello.
Esta vez no lo predijeron los Simpson. Me ha tocado a mí.
“El hombre sin brazos”
En 2013 se publicó mi primera novela, “El hombre sin brazos”.
Un thriller con una buena dosis de humor corrosivo sobre un cómico aspirante a presentador de televisión, en un canal dirigido por ejecutivos sin escrúpulos.
Lucas Martín, el protagonista de la novela, es un cómico que también hace imitaciones. El canal le propone presentar un programa diario que conjugue entretenimiento y humor.
El 26 de agosto, Carlos Latre (cómico e imitador excepcional) comenzó a presentar su propio programa diario en Tele5. En él combinaba entretenimiento y humor.
Como dirían Iker Jiménez y mi amigo David Navarro, “hasta aquí, todo normal”.
Atención porque ahora empieza lo bueno.
El programa de Latre se llamaba BABYLON
El programa imaginario de mi novela se llamaba BABILONIA
El programa que inventé para la novela estaba ambientado en la antigua Babilonia. Por aquello de ser un punto de encuentro entre diversas culturas; un lugar donde se daban cita los personajes más variopintos del momento.
En su cabecera, el Babylon de Latre se definía de esa misma manera:
Un paraíso de libertad lejos del mal rollo con el único objeto de pasarlo bien y disfrutar
En la novela, el decorado del programa representaba la antigua Babilonia con columnas, bajo relieves y hasta un zigurat (pirámide babilónica).
El decorado de Babylon, todo un despliegue, contaba con elementos muy similares, solo que el zigurat aparecía en grafismo, no en plató. Habría sido un gasto enorme.
Me habría gustado que ahí hubieran acabado las coincidencias, pero, por desgracia, no fue así. Llegó el lunes 26 de agosto, día del estreno.
En la novela, el programa no logra conectar con la audiencia. La propuesta es arriesgada y el público no acaba de entenderla. Para desgracia del canal, los telespectadores eligen otras opciones de la competencia.
Esta es una noticia sobre el programa de Latre
En el libro, la dirección del programa contrata a una copresentadora para que el cómico se sienta más apoyado ante la cámara.
Tengo la impresión de que Marta Torné ejerció esa labor en el programa de Latre. Al menos en los primeros días. Me pregunto si no fue ese también el cometido de Javier Sardá durante la primera semana.
Por el Babilonia de la novela desfilan todo tipo de invitados y colaboradores, a cual más pintoresco. Con la esperanza de despertar el interés de la audiencia. Los contenidos y el formato cambiaban de la noche a la mañana, lo que transmitía un desconcierto palpable.
Los esfuerzos del programa de Latre por remontar el vuelo han sido evidentes, probando de todo, pero no han conseguido pulsar la tecla adecuada.
Y ahora vamos con lo que interpreto como el rizo de los rizos. En la novela, Lucas Martín se ve cuestionado a las dos semanas de estar en antena a pesar de que le habían garantizado un mes sin que tuviera que preocuparse de la audiencia. Si trabajas en televisión y alguien te promete algo así, que sepas que no puede cumplirlo. Poco tiempo después, le quitan el programa.
Carlos Latre ha perdido Babylon tres semanas después de estrenarlo
La única diferencia notable entre tanta coincidencia es que, el Babilonia de la novela se producía en un ambiente de trabajo desquiciado, malsano y peligroso (con asesinato incluido). Me consta que en el programa de Latre todo ha sido muy distinto; cuando llegó el triste momento de la despedida de Babylon, vimos a un equipo abatido y al lado de su líder.
Lo siento por todos ellos. La vida tenía otros planes. Mucho ánimo.
Para acabar, os dejo una reflexión que aparece en el primer capítulo de El hombre sin brazos:
“La televisión es un medio tiránico y cruel que mueve al año cifras astronómicas de dinero, un negocio gigantesco dirigido por niños todopoderosos; pero no niños normales que hacen los deberes y plantan judías en una lata, sino de esos que lamen el papel pintado y escriben por las paredes “VAS A MORIR, ZORRA” con rotulador rojo. Su juguete es un monstruo que se alimenta de los sueños e ilusiones de todos aquellos que queremos formar parte de él. No hay escapatoria; la única incógnita es saber qué precio estás dispuesto a pagar por tu alma”.